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Daños y riesgos de la exposición al humo y cenizas

César Paz-y-Miño, investigador en Genética Médica, Facultad de Ciencias de la Salud “Eugenio Espejo”, Universidad UTE.

La exposición al humo y las cenizas, particularmente asociada con los incendios forestales, es un problema creciente que afecta la salud pública y el medio ambiente. Los contaminantes que contienen el humo y las cenizas, son una mezcla compleja de sustancias químicas tóxicas que pueden tener efectos graves en la salud humana, la flora y la fauna.


Se conoce una variedad de daños asociados con esta exposición, incluidos problemas respiratorios, problemas cardiovasculares y, sorprendentemente, daños genéticos.


El humo de los incendios forestales está compuesto de partículas como el monóxido y dióxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles, aldehídos, ácidos orgánicos, metales pesados, hidrocarburos aromáticos policíclicos, carbón entre otros contaminantes. Estas partículas pueden penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo y causar una variedad de problemas de salud.


Los estudios han demostrado que la exposición a corto y largo plazo a estas partículas se asocia con mayores tasas de enfermedades respiratorias como asma, bronquitis y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Además, la exposición al humo también se asocia con un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco y un derrame cerebral.


Más allá de los efectos directos sobre la salud, la exposición al humo y las cenizas puede tener efectos genéticos. Estudios recientes sugieren que los componentes del humo, particularmente las partículas ultrafinas, pueden causar daños al ADN de manera directa, es decir efecto molino con daño a la estructura del ADN y mutaciones. A largo plazo, este daño genético puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas y cáncer. El efecto mutagénico se traduce en cambios de genes relacionados a degeneración celular y cáncer.


Adicionalmente, la exposición a las cenizas volcánicas, que también contienen diversos metales pesados ??y productos químicos, está asociada a problemas similares. La inhalación de estas partículas puede hacer que se acumulen toxinas en el cuerpo, debilitando su sistema inmunológico y haciéndolo más susceptible a diversas enfermedades.


Las investigaciones han demostrado que la ceniza en general, puede causar estrés oxidativo, un proceso asociado con cambios en el material genético y un mayor riesgo de enfermedades hereditarias.


El efecto del humo en la salud de los niños, incluso en etapa prenatal, podría afectar el desarrollo fetal y aumentar el riesgo de problemas de comportamiento y de desarrollo neurológico en la infancia. Los niños expuestos a grandes cantidades de humo también tienen más probabilidades de desarrollar infecciones respiratorias y ser hospitalizados, algo similar ocurre con los adultos mayores.


Finalmente, la exposición prolongada al humo de los incendios forestales se asocia con un aumento de los problemas de salud mental. Las investigaciones muestran que las personas expuestas al humo y las cenizas durante los incendios forestales tienen más probabilidades de sufrir ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático (TEPT).


Aquí una lista de medidas de control para mitigar los efectos de la exposición al humo y las cenizas:


Monitoreo de la calidad del aire: Implementar sistemas de vigilancia para informar a la población sobre los niveles de contaminación y emitir alertas en caso de contaminación elevada.


Restricciones en actividades al aire libre: Limitar actividades como deportes o ejercicio al aire libre durante eventos de alta contaminación.


Uso de mascarillas: Promover el uso de mascarillas N95 o equivalentes para proteger a las personas de la inhalación de partículas finas.


Filtración de aire interior: Instalar purificadores de aire con filtros HEPA en hogares y edificios públicos para reducir la exposición al humo en espacios cerrados.


Educación y concienciación: Informar a la población sobre los riesgos asociados con la exposición al humo y las cenizas, así como sobre las medidas de protección.


Desarrollo de políticas de quema controlada: Implementar prácticas de manejo de combustibles en bosques y tierras agrícolas para reducir el riesgo de incendios forestales.


Reforestación y conservación: Fomentar la reforestación y la conservación de ecosistemas para mejorar la resiliencia ante incendios.


Planes de evacuación: Establecer y comunicar planes de evacuación para comunidades en riesgo durante eventos de incendios forestales.


Mejoras en la infraestructura: Invertir en infraestructura que minimice el impacto de los incendios, como cortafuegos y áreas de amortiguamiento.


Investigación y desarrollo: Fomentar la investigación sobre tecnologías y prácticas que reduzcan la producción de humo y cenizas en incendios.


Y la medida más obvia, no producir incendios.



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