Más allá del Nobel de Medicina 2018
Anunciado el Premio Nobel de Medicina 2018 sobre el sistema de proteínas que debilitan el sistema inmune y la posibilidad de intervenir sobre el mismo para que la respuesta inmune sea más rápida y eficiente contra las células tumorales, hay cuestiones muy interesantes que rodean los hallazgos premiados. Dos de estas proteínas están involucradas en el juego del sistema inmune y llamaron la atención al jurado: la CTLA-4 y la PD-1. Hay detalles de estas proteínas que merecen indagarlos. La CTLA-4 significa Citotoxic T Lymphocyte Associated 4 y la proteína PD-1, llamada Progammed Cell Death 1 tienen su comando genético en el cromosoma 2 humano; ambos genes están clonados y guardados en un banco de genes, los dos tienen herencia autosómica dominante por tanto se transmiten de padres a hijos, y son genes de alta penetrancia poblacional, lo que significa que el gen se disemina casi totalmente en la población. Las dos proteínas son inmunomoduladoras y actúan activando o reprimiendo las funciones del sistema inmune. Ambas proteínas están apagadas o frenadas, por decirlo así, en el cáncer, por tanto no reconocen como alteradas a las propias células cancerígenas y éstas evaden los controles y se reproducen incontroladamente. Lo ingenioso de los investigadores galardonados con el Nobel James P. Allison y Tasuku Honjo, es lograr “encender” a las células inmunitarias del propio organismo, para que ataquen al cáncer que padece la persona. Las proteínas protagonistas del Nobel están envueltas en muchos tipos de cánceres, principalmente melanomas (piel), riñón, pulmón. La aplicación de estos conocimientos logró activar el sistema inmune contra las células cancerígenas mediante el uso de dos fármacos modernos que bloquean a estas proteínas, a la CTLA-4 el ipilimumab y a la PD-1 el pembrolizumab; al bloquear a las proteínas celulares, se activa el reconocimiento de células tumorales y se destruye la malignidad. Pero el sistema inmune no es tan simple en su accionar. Hay interacciones; así el gen y la proteína CTLA-4 están involucrados en un sinnúmero de actividades y regulaciones de otros genes: desordenes sanguíneos (mieloproliferativos), diabetes mellitus, enfermedad celíaca, Lupus sistémico, enfermedades tiroideas autoinmunes, artritis reumatoide, psoriasis, cáncer gástrico, alopecia, cirrosis biliar, interleucina, transportadores de metales intracelulares e incluso con la muerte celular programada genéticamente o apoptosis. La proteína PD-1 en cambio tiene otras asociaciones conocidas como la apoptosis, atenuadores de linfocitos T, el síndrome de Lynch (cáncer colorectal familiar), esclerosis múltiple y Parkinson. Las proyecciones futuras de los hallazgos premiados son innumerables como se aprecia. No todos los pacientes con cánceres y enfermedades autoinmunes responden de manera igual al tratamiento, hay algunos que simplemente no responden, posiblemente porque el sistema inmune al ser tan maleable y heterogéneo tiene otros mecanismos de activación y freno que aún no se conocen. El tema central es encontrar las señales celulares específicas que desencadenan las enfermedades autoinmunes en las que el organismo se ataca a si mismo por un lado, y por otro el cáncer en que ocurre una evasión al sistema inmune propio. Quizá la tecnología genética moderna permita descubrir las señales celulares erróneas y diseñar nuevos fármacos.