PETROLEO Y GENES: Salud, ambiente y genotoxicidad
NOTA INTRODUCTORIA: Estos son tres artículos que escribí para el Periódico Publico El Telégrafo entre el 2009 al 2011, y les comparto como una evidencia más del vergonzoso veredicto del Tribunal de La Haya contra el Ecuador y a favor de la petrolera Chevron.
Genética y Petroleo
A inicios del mes, participé en una reunión de trabajo con el Frente de Defensa de la Amazonía y la Asamblea de Afectados por la Texaco, organizaciones que están liderando el proceso judicial contra la Chevron, antes Texaco, por los daños ocasionados a más de 30 mil pobladores de la amazonia, 2 millones de hectáreas dañadas de la selva, 650 mil barriles derramados, 18 millones de galones de aguas tóxicas, otros tóxicos utilizados, 600 fosas con desechos y más problemas, fruto de las operaciones petroleras.
Mi participación se debía a los estudios que realizamos en años pasados en San Carlos, zona de Sachas en la Provincia de Orellana, sobre daño genético de las personas expuestas a hidrocarburos, y que fueron publicados recientemente en una revista especializada (Annals of New York Academy of Science, dic 2008). Entre los datos que encontramos en 46 individuos estudiados que viven en la zona, están los daños cromosómicos y la fragmentación del material genético en todos ellos, que llegan al 75% frente a población control no expuesta que está en el 15% de alteraciones. Al correlacionar estos hallazgos con otros estudios de salud de la zona, se puede comprender el por qué de tantos casos de cánceres en esos pobladores (incremento hasta el 130%) y otros problemas de salud denunciados.
Lo más alucinante del proceso judicial contra la Texaco y que se documentó y discutió en ésta reunión, es el propio manejo judicial. El lento proceso, lleno de ineficiencias, de sagacidad de la contraparte, de ineptitud judicial y legal local y más evidencias (consultar www.texacotoxico.org) hacen que luego de 16 años de juicio, con informes de peritos que cuantifican el daño en 27 mil millones de dólares, estudios de salud, suelos, plantas, derechos humanos, OEA, etc., el juicio está “atortugado” en Sucumbios y no hay poder alguno que lo mueva. De 36 diligencias, recién se han realizado 28 ¿en cuántos años más se completarán?
Entre los argumentos más indignantes que se han vertido en el juicio están que en el Ecuador no había leyes de protección ambiental ni de salud y que los procedimientos de explotación de petróleo de la época eran contaminantes, pero lo curioso es que en los países desarrollados se obedecían otros estándares de control, que no se aplicaron en Ecuador. Las denunciadas presiones políticas, económicas que hace la Texaco, por ejemplo para la no firma del ATPDA, la desaparición de documentos, entre otras manipulaciones, ponen a prueba la soberanía nacional, la honestidad legal, el profesionalismo y a los propios estudios científicos.
A parte del daño genético, si uno viaja por el “Ecuador contaminado” ve enfermedades degenerativas, leucemias, trastornos de la piel, del aparato digestivo, de las conjuntivas, abortos, malformaciones y sobre todo pobreza, como si nunca las ganancias del petróleo llegaron a los ecuatorianos. El representante de la comunidad Secoya, frente a la última publicación millonaria de la Texaco, que circuló con los principales diarios ecuatorianos (5.02.2009) dice: los datos contenidos en el suplemento son ofensivos y no hacen más que explicitar la visión prepotente de la petrolera que trata a los indígenas y colonos, y en general a todos los ecuatorianos, como ignorantes, pretendiendo enseñarnos una historia contraria a la realidad. ¿Hasta cuándo esperaremos que la justicia se mueva?
Petróleo, salud y genes
César Paz-y-Miño
Históricamente, las cantidades derramadas de petróleo son astronómicas: En 1989, el Exxon Valdez derramó 41.6 mil metros cúbicos (mc); en 1979, el Ixtoc, 530 mil mc. El actual derrame (2010), ocasionado por la Deepwater Horizon en el Golfo de México, llega ya a 370 mil mc. Curiosamente, en la Guerra del Golfo (1991) se derramaron 4 mil millones de mc; y el último derrame en China (2010) alcanzó los 1500 mc.
El promedio de derrames anuales de petróleo, por fugas y actividades ordinarias, es de 1 millón 400 mil mc; a esto se suman también las basuras tóxicas que se producen por su extracción. La justicia holandesa acaba de condenar a la petrolera Trafigura por enviar basura tóxica hacia Costa de Marfil, lo que provocó 15 muertos y 100 mil intoxicados.
Estos derrames son tremendamente contaminantes: gases, olores, nieblas de gases, derivados peligrosos como azufre, benceno, tolueno, naftaleno y xileno. Los informes médicos y ambientales de los diferentes accidentes, documentan una serie de problemas, como el baño de aves, peces y personas con petróleo, muerte de la microbiota marina y terrestre. En la salud, este petróleo puede producir desde irritaciones de la piel y mucosas de ojos o nasofaringe, hasta intoxicaciones graves con neumonías químicas o por hidrocarburos llevando a la muerte y, por supuesto, daños del material genético de las personas.
Algunos estudios genéticos han mostrado ya desde el 2002, que trabajadores sometidos a derrames de petróleo presentan daños del ADN. En la Universidad hemos realizado varios estudios en personas expuestas laboralmente a hidrocarburos, así como directamente en los pobladores de zonas petroleras del Oriente ecuatoriano, y hemos encontrado daño del material genético en el 100% de personas, en un rango del 26% de alteraciones comparadas con el 4% de alteraciones de la población control. La conclusión general de los estudios sobre la exposición a los hidrocarburos y sus derivados es que éstos producen mutaciones genéticas. Los efectos a largo plazo de los daños del ADN aún no se conocen con certeza, pero los estudios muestran que hay una asociación directa con un 10% de riesgo de desarrollo de cáncer, 5% de riesgo de hijos con malformaciones y 5% de riesgo de infertilidad en las personas.
Aparte de los problemas de salud, los derrames de petróleo provocan una hecatombe ecológica al dañar el agua, la tierra; afectar a la fauna y la flora. Se calcula que los últimos derrames afectarían a unas 16 mil especies y los cambios serán reflejados en su descendencia. Por ejemplo, en el Oriente ecuatoriano se ha detectado una epidemia de ranas con 6 dedos, posiblemente atribuible a las contaminaciones.
Los estudios de salud, de ambiente y de genética, solo refuerzan algo que es conocido y probado: la contaminación con hidrocarburos es peligrosa y cualquier derrame de petróleo tiene un solo pronóstico: “reservado”. No hay una medida concreta para evitar los derrames, e incluso las medidas de salud para no contaminarse son relativas. El oro negro es un peligro constante mientras sea la única vía energética. Lastimosamente, estamos pagamos caro la llegada de una nueva era de energía alternativa.
Petróleo genotóxico
César Paz-y-Miño
Llamo la atención a dos hechos importantes. El primero, el foro sobre Petróleo y Salud que organizó la Universidad Andina Simón Bolívar el pasado 17 de junio. En este evento académico participamos investigadores de diversos países (EE.UU., España, Brasil, Ecuador), con el propósito de comunicar las experiencias investigativas sobre los efectos de las explotaciones petroleras en ámbitos sociales, económicos, de salud, y ecosistemas; pero también interesaba discutir aspectos relevantes como justicia ambiental y derechos humanos, contaminación química, desafío de la sustentabilidad.
Si bien el petróleo es la fuente principal de ingreso del Ecuador, por décadas las condiciones de extracción y explotación han sido deplorables, lo que ha determinado derrames cuantiosos, contaminación extrema y afectaciones de salud.
Los estudios de M. San Sebastian muestran cifras alarmantes de incremento de enfermedades (http://www.scielosp.org/pdf/rpsp/v15n3/a14v15n3.pdf). La mala práctica de algunas petroleras ha llevado a las comunidades afectadas a demandar grandes indemnizaciones por daños.
Como genetista he seguido de cerca el tema, y realizamos estudios de alteraciones del material genético de personas de comunidades expuestas al petróleo. Hay dos resultados importantes: el estudio en la zona de influencia de Chevron-Texaco y el otro en la zona de influencia de Perenco. Las dos zonas muestran que las personas tienen un incremento del daño genético hasta 5 veces más que las poblaciones no expuestas o controladas. Los datos merecen atención gubernamental, una política de Estado de controles más estrictos en la explotación petrolera, caso contrario nos veremos abocados a tener allí incremento mayor de cánceres (más del 300%), aumento de niños malformados (hasta un 11%) y problemas de infertilidad.
Las demandas ante la mala práctica de explotación son complejas y lentas. Y de eso se trata el segundo hecho importante, y es que la Corte Suprema de Apelaciones de New York rechazó la propuesta de Chevron-Texaco, por la cual se pretendía hacer corresponsable del daño ecológico a Petroecuador. La indemnización por daños subiría a 27 mil millones de dólares y la cuantía provoca conflictos entre las partes.
El tema de impacto del petróleo en las personas es digno de atención y de una postura eficiente de los afectados. No se entiende que aún no exista un pronunciamiento de las cortes ecuatorianas sobre el daño ambiental y el posiblemente permanente daño genético. Muchos estudios de salud y genéticos muestran que el petróleo expuesto y en contacto con la gente produce alteraciones diversas.
Preocupación importante del Foro Salud y Petróleo fue la sustentabilidad de la explotación petrolera, en donde las posturas son opuestas. Sea como sea, el dinero que mueve el petróleo es tan grande y hay atrás tantos intereses que justo por ello no se aceleran los procesos. El petróleo es un tóxico para los genes: así lo muestran los datos, y quizá estos sirvan para afianzar las demandas por contaminación y efectos dañinos producidos por las malas prácticas de explotación.